España no está siendo víctima de ninguna fuga de capitales, sino que, gracias a la política monetaria del BCE, estamos financiándonos en mejores condiciones. 

Supongamos que en medio de la sequía de crédito de 2012, una compañía española necesitada de liquidez obtuvo de un fondo extranjero un préstamo de 100 millones de euros al 8%.  En 2015, la empresa observa cómo los bancos proporcionan ofertas de crédito muy atractivas, al 3%, en parte porque a su vez el banco puede financiarse desde el Banco Central Europeo a través del Banco de España (Eurosistema a través del Target II) a tipos históricamente bajos.  La empresa, racionalmente, procede a incurrir en un nuevo préstamo al 3%, y repaga los cien millones al fondo, abaratando su coste de financiación en un 5%.  Este movimiento, que a todos nos suena como positivo, estadísticamente puede representar para un observador incauto una “fuga de capitales” de 100 millones de euros.

Sin embargo, no hay fuga alguna.

Recientemente, prestigiosos periódicos españoles han titulado noticias con el alarmante rótulo de “España registró el año pasado la mayor salida de capitales desde 2012”.  Los subtítulos también eran escalofriantes (“Los inversores sacaron del país 70.200 millones de euros en 2015. Sólo en diciembre, retiraron 19.000 millones”), y los gráficos que acompañaban la noticia, formidables (una línea azul marcaba hacia arriba, “fuga” de capitales, y hacia abajo, “entrada”, de forma que 2015 se producía un vertiginoso empinamiento parejo a 2011 y 2012).

La noticia se hacía eco de los datos de balanzas de cuenta corriente y financiera de nuestro país publicadas por el Banco de España, nota de cuatro páginas en la que el Banco citaba que, “en el conjunto de 2015, se estima una salida neta de fondos de 70 mil millones,  la posición deudora neta del Banco de España frente al exterior aumentó 11 mil millones en diciembre de 2016 y 40.600 millones en el año 2015”.  Como hoy apenas distinguimos información de análisis, esta frase, contenida en el comunicado, ha dado pie a todo tipo de noticias escabrosas, que parecían reflejar que España volvía a los peores años de la crisis.

Analizando los números se contempla:

  1. Que los inversores extranjeros invirtieron 24.800 millones de euros en España mediante inversión directa extranjera (compra de empresas españolas por ejemplo) en 2014, y otros 20.300 millones en 2015, luego no se están fugando, sino que siguen invirtiendo.  
  2. Que los inversores “de cartera” o sea, aquellos que compran bonos y bolsa españoles, invirtieron 59.100 millones en 2014, y otros 55.200 millones en 2015, tampoco se fugan;
  3. Que existe un tercer apartado llamado “otras inversiones” (que incluye préstamos, repos y depósitos), en el que se produce la temida “fuga”, en concreto, una salida neta de 48.800 millones de euros,
  4. Que la posición deudora de Banco de España frente al Eurosistema aumentó (o sea, una “entrada”) en 50.900 millones.

¿De dónde viene entonces la falacia de la “fuga”?  Los bancos y empresas españoles están aprovechando las muy ventajosas condiciones que proporciona el Banco Central Europeo, canalizada mediante el Target II a través del Eurosistema y el Banco de España.  Los primeros cancelan depósitos y repos con bancos extranjeros, y substituyen esta financiación con la que proviene del BCE, en especial, a final de año, ya que los mercados de financiación mayoristas se encarecieron. Las segundas, cancelan préstamos incurridos con extranjeros a tipos altos, a través de deuda bancaria más barata, gracias, precisamente, al balsámico efecto del BCE.  El resultado es que España ha recibido 50.900 millones de mayor financiación neta vía el BCE a tipos muy atractivos, y ha destinado dicha financiación, entre otras cosas, a cancelar 48.800 millones de “otras inversiones” mucho más onerosas.  En otras palabras, como la “fuga” se calcula “excluyendo el Banco de España”, el que estemos financiándonos a tipos más baratos a través del BCE genera la mentira estadística que explica las cinco séptimas partes de la “fuga”.  ¿Y el resto?

España ha generado un superávit de cuenta corriente y capital de unos 22.700 millones de euros durante 2015.  Es decir, España ahorra más de lo que invierte, y el exceso de ahorro se canaliza hacia el resto del mundo, lo que nos permite reducir nuestra posición deudora.  

Importaciones 358.000 millones de €
Exportaciones 330.600 millones de€

Esto se consigue, entre otras razones, porque durante 2015 España ha alcanzado un record histórico de exportaciones de bienes y servicios de 358.000 millones de euros, frente a unas importaciones de 330.600 millones, algo de lo que todos deberíamos sentirnos muy orgullosos, ya que una nación que exporta capital al resto del mundo presenta menos riesgos que una que vive de dinero prestado del exterior (como España antes de la crisis). Como consecuencia de nuestro superávit de cuenta corriente, al exportar capital al resto del mundo, el dinero “sale”.  No es una fuga, sino la heroica consecuencia de ser una de las naciones que más ha incrementado sus exportaciones en los últimos años.  Esto explica las dos últimas séptimas partes de la “fuga”.

Conclusión, no hay fuga de capitales. Procedemos a financiarnos en mejores condiciones como resultado de la política monetaria del BCE y, además, estamos financiando al resto del mundo, lo que nos hace, poco a poco, reducir nuestra deuda externa. Sin embargo, cuando “entraba” capital y subía la deuda neta externa ,el titular era “España empeora su posición deudora internacional”, y ahora que exportamos capital y reducimos deuda externa, el titular es “fuga de capitales”.

Fuga de capitales no hay, lo que debería haber es fuga de la expresión mediática del populismo.

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